Este domingo trascendió en varios medios de comunicación que un sondeo de la firma Yougov mostraría que un 48 % de la población alemana expresa su repudio ante situaciones de derechos humanos en Catar, por lo que se inclinarían por apoyar una eventual decisión de que su selección declina la participación en el Mundial.
El asunto no es nuevo. Varias voces prominentes en ese país han expresado su preocupación sobre el tema.
“El trato de los homosexuales (en Catar) es absolutamente inaceptable”, declaró el exjugador internacional y actual director de la Federación Alemana de Fútbol (DFB), Oliver Bierhoff, en una entrevista publicada a mediados de junio de este año.
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La legislación del anfitrión del próximo Mundial (del 21 de noviembre al 18 de diciembre), que criminaliza la homosexualidad, “no corresponde de manera alguna a mis convicciones”, aseguró el campeón de la Eurocopa de 1996, que irá a Catar como técnico de la selección alemana, en una entrevista con medios del grupo Funke (que tiene sobre todos los diarios regionales alemanes).
“¿Realmente tienen los criterios de la FIFA para atribuir un Mundial?”, se interroga a Bierhoff, considerando que “la atribución de un torneo es el arma más potente para provocar cambios indispensables”.
Estos cambios, según el dirigente deportivo, “deben lograrse antes de la designación del país y no después, porque dejas de tener un medio de presión”.
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La selección germana, que quiere ser un escaparate de los valores de una Alemania moderna, incluso más allá del fútbol, seguirá siendo un altavoz de sus manos, según el dirigente de 54 años: “Creo que globalmente es bueno que continuemos hablando de estos temas extradeportivos , para provocar una toma de conciencia”.
Los organizadores del Mundial han tenido muchas dificultades a la hora de convencer que los miembros del colectivo LGTBI que viajen para ver partidos del torneo a Catar, de los 1,4 millones de extranjeros que esperan que las autoridades del país del Golfo, puedan hacerlo de manera segura.
La preocupación fue en aumento durante el congreso que la FIFA celebró en Doha en marzo. Mientras que la federación internacional aseguró que se permitirían símbolos de este colectivo (como la bandera arcoíris) en los estadios, las autoridades cataríes apelaron a los extranjeros a respetar su cultura “conservadora”.
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A pocos meses del Mundial de fútbol en Catar (21 noviembre-18 diciembre), los ocho estadios están listos pero persisten las dudas sobre los Derechos Humanos en el emirato, una de las cuestiones que ha centrado el interés desde la atribución del torneo a este pequeño emirato en 2010.
Para los críticos, los progresos realizados en la última década son limitados y es preciso realizar antes de la competición una mayor presión sobre el país y sobre la FIFA, la organización dirigente del fútbol mundial.
La ONG Amnistía Internacional ha solicitado a la FIFA que destine una compensación a los trabajadores migrantes “maltratados” en las obras relacionadas con el Mundial-2022.
En Europa, asociaciones de hinchas y federaciones nacionales, lideradas por Noruega, han trasladado su preocupación sobre la seguridad de las personas LGTBQ en un país en la que la homosexualidad está penalizada.
EL TIEMPO
Con información de AFP