Germán ‘Mono’ Burgos: enseñanzas del exarquero y entrenador argentino – Fútbol Internacional – Deportes

Se escucha que el encendedor falla, entonces insiste una, dos, tres veces. Se escucha, también, que largo el humo tras una extensa pitada. La pregunta sobre si había dejado el cigarrillo ya no tiene mucho sentido, pero igual responde. “Sí, lo estoy dejando… En el cenicero”, y está la carcajada de siempre.

Germán Burgos está en su casa familiar de Madrid (España), ahí donde también viven cuatro perros, dos gatos y un loro. Es un reconocido exarquero argentino. Formó una banda de rock y jugó en River Plate, Atlético de Madrid y la Selección Argentina. Cree en los signos zodiacales. Ha sido polémico y un personaje que ha acaparado titulares en medios del mundo. Es de carácter fuerte, pero jocoso. No perdió el humor ni cuando atravesó un cáncer de riñón en 2013. Lo operaron de un día para el otro. Le explicaron entonces que el culpable podria ser el tabaco.

El encendedor fallado, con sus chasquidos, una, dos, tres veces, acompaña esta charla.

¿El cáncer es un recuerdo?

Cuando vos tenés cáncer, durante cinco años debés hacer un seguimiento, y ya está. Si va todo bien, se presume que ya estás curado.

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¿Pero descubriste una dimensión más humana?

Yo viví de una manera muy especial esa situación y traté de ayudar

Yo creo en la fuerza de la mente ya veces no tenés dimensión de hasta dónde podés llegar ni a quiénes podés llegar. Yo viví de una manera muy especial esa situación y traté de ayudar, de acompañar a la gente que está luchando por su vida en los hospitales. Lo hemos vivido también con el covid. Mi idea siempre fue darles fuerza a tantos que están luchando.

¿Ya te había dado cuenta de tu peso público?

Con los chicos lo entendés. Ellos creen que hay una lejanía que les impide ver que uno también es un ser humano, una persona más. Con un gesto sencillo al pibe le podés cambiar la vida. Y si hacés lo contrario, un desplante, un olvido, también les dejás un horrible recuerdo.

Siempre te muestras muy cerca de los niños. ¿Cómo eres con tus hijos?

Soy papá, no somos amigos (risas). Busco darles la confianza necesaria para conducirlos hasta que son mas grandes y demostrarles que siempre tienen un lugar a donde volver. Con el jugador, igual: no establezco amistad, establezco confianza. Porque armar un equipo es como armar una familia.

¿Te tomaste tiempo para conocer Grecia?

No para pasear. Tomé tiempo para escuchar a la gente. Después, viví en concentración. Mis días son de 72 horas. El entrenador no para, esa es la gran diferencia con el jugador. El jugador son dos horas, dos horas y media, quizás un poquito más en la pretemporada, pero para el entrenador son 24 horas sobre 24 horas, no apagás el teléfono nunca. Es mucho más, y mucho más divertido también.

Y más responsabilidad. El jugador se ocupa de el…

No, como jugador te ocupas del equipo también. Son individualidades dentro de un equipo: cuanto mejor lo hagas, el equipo va a estar mejor. Uno no entra a la cancha pensando en uno, esto no es ajedrez, es fútbol. Es un deporte de equipo: si uno juega bien individualmente, el equipo tiene mayores posibilidades de ganar.

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En tres meses clasificaste al Aris Salónica en la Conference League…

Es lindo ver cuando el equipo reacciona, porque en definitiva se trata de arreglar situaciones, que es lo que hacen los entrenadores. Nosotros arreglamos y tenemos por objetivo ganar. Arrancamos octavos y terminamos terceros, fue brillante como los jugadores respondieron. Es lo que aprendí después de tanto tiempo: el jugador necesita ser conducido y cuando encuentra el entrenador que le dice cómo, responde. Pero eso es lo más difícil para el entrenador: establecer el cómo.

¿Te sientes muy observado por los futbolistas?

Son 15 a 20 minutos no más… (risas). En 15 a 20 minutos el jugador ya sabe qué le va a tocar. Con la forma de presentar el entrenamiento, el jugador se da cuenta de qué se trata. El jugador va caminando, mira el campo, y una cosa es si no ve nada, y otra si se encuentra con una presentación de lo que va a hacer, los conos, las cintas. Ya solo eso lo motiva pensando en los ejercicios que va a hacer.

Germán Burgos y su banda de rock

Burgos es cantante. Ha formado agrupaciones como La Piara, Simpatía y The Garb, por sus iniciales.

Foto:

Cortesía La Nación

¿Ese es un lenguaje internacional cuando está la barrera del idioma?

Pero el idioma nunca es secundario, es fundamental. Hay jugadores que hablan cinco idiomas, y entrenadores que te hablan cuatro o cinco idiomas también. Uno tiene que preparar. Yo hablo tres idiomas, inglés, italiano y español. Porque no es lo mismo depender de un traductor que llegarle directamente al jugador. Al pasar por un traductor, el mensaje no llega con la misma fuerza. El traductor puede transmitir las palabras, pero no tu carga emocional.

¿Te sorprendió la pasión de los hinchas griegos?

Son muy parecidos a la Argentina. Y lo relaciono mucho con Rosario, ¿sabes? Porque en Salónica hay dos equipos, tres en realidad porque el Iraklis descendió, quedan dos, nosotros y el Paok, y me transmitieron mucho la sensación de un Newell’s- Central.

¿Qué opinas de la histeria del fútbol argentino?

No pasa por la locura, pasa por esta necesidad que tienen los clubes de ganar ya, entonces eso hace que la velocidad se instale en la convivencia, pero uno se capacita también para estas situaciones. Uno estudia, se prepara y tiene muchos años de vestuario para poder resolver. Hay que ver los folclores de cada país, de cada institución, y saber qué es lo que quieren los directivos, la gente, los jugadores y los entrenadores, que son las cuatro patas de la mesa.

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Una vez dijiste que de los n.º 2, los ayudantes de campo, eras el n.º 1. ¿Quieres ser el 1 de los 1?

Yo quiero que el número uno sea mi equipo. Me corro de ser el uno, de ser el héroe. No pierdo el tiempo. Pienso en cómo mejorarlo, cómo entrenarlo, cómo hablarles para que liberen la mente para ganar. En eso sí ocupa el tiempo: en que liberen la mente para ganar.

¿River está en tu horizonte?

Sí, me gustaría dirigirlo algún día. Yo estoy haciendo mi camino, no tengo ninguna prisa, estoy donde quiero estar y mi presente es el Aris. Pero yo sé que a la vuelta de la esquina estará.

¿River está en buenas manos?

Si, lo viene haciendo muy bien y se lo digo siempre a Marcelo (Gallardo): que siga de la misma manera. Es un entrenador extraordinario.

¿Cómo se llevaría el jugador Germán Burgos con este entrenador Burgos?

Perfecto, porque yo creo en la profesionalidad y en la responsabilidad. Uno puede ser más o menos divertido, reírte más o reírte menos, pero yo busco la profesionalidad. Que el tipo que juega, el tipo que esta en el entrenamiento, si tiene que quedarse todo el dia para ganar el partido, lo haga. Y después, al otro día, hay que intentar lo mismo para ganar. Además, conviviría bien con el jugador que fui porque todavía sigo yendo dos horas antes al entrenamiento.

¿El perezoso se lleva mal contigo entonces?

No, porque tal vez el equipo lo necesita, y yo tengo que pensar en el equipo. Uno tiene que saber adaptarse al jugador que tiene y exigirle, pero no sobreexigirlo en circunstancias con cosas que no puede realizar.

¿Qué opinas de las redes sociales?

A mí me gusta que la gente se exprese. No va muy lejos de lo que hace uno con su familia. Si vos estás cortando, quitando, no, eso a mí no me gusta. Hay ciertas cosas a las que uno se tiene quer porque son expresiones acostumbradas.

Si el técnico tiene mucho carácter, ¿el futbolista no debe ser dócil?

Pero no es por docilidad. El jugador debe entender lo que el entrenador quiere, el equipo necesita y el hincha sueña.

Germán Burgos y Cholo Simeone en el Atlético de Madrid

Germán Burgos y Diego Simeone en el Atlético de Madrid

Foto:

Cortesía La Nación

¿Gestionar las emociones es tan importante como acertar con la estrategia?

Claro, siempre hay que hablar con los jugadores. Encauzarlos, aclararles el objetivo, de forma permanente. Los entrenadores somos como padres.

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Pero hay que encontrar el punto justo para no ser invasivo…

Eso se logra con base en el respeto. Si es así, rara vez el jugador se va a sentir invadido.

¿La intuición es imprescindible?

Hay cosas que las aprendés dentro de los vestuarios. Analizás los silencios, las diversiones, pero es inconsciente, no te lo proponés hacer. Está en vos porque lo aprendiste.

¿Qué es lo que el jugador más valora y espera del entrenador?

Que lo mejore. Y ese es el cómo, que es el gran desafío del entrenador. Vos podés haber sido el mejor en la escuela de entrenadores, o podés haber sido un futbolista excepcional, pero si no podés explicarles el cómo, será difícil.

¿Qué no le perdona a un jugador?

No lo pondría en términos de perdonar. Que no sea honesto lograr mismo ni con el grupo. Porque en la cancha no hay donde esconderse.

Una vez dijiste que los roqueros no lloran porque dan mala imagen. ¿Hace mucho que no lloras?

No, no me lo permito. No lloré ni cuando el Atlético me hizo el homenaje en la despedida. Aguante, (risas). yo no lloro.

¿Hay música en tu vida? ¿Escuchas a tu banda?

(Risas) No. Me he quedado en una nube en los 70. Pero también escucho una banda que me gusta: Greta Van Fleet.

¿Volverás a los escenarios?

No creo. Si me invitan, les digo que no (risas). Es un perfume viejo. Rico, pero pasado. Ya me divertí.

¿Los años de diversión ya pasaron?

No, acordate de que yo creo en la profesionalidad, y no pasa por ser serio o no. Si el ánimo del plantel es bueno, eso repercute en todo.

¿Y también crees en los signos zodiacales?

Sí, claro, lo primero que hago cuando analizo un equipo es buscar los signos zodiacales de sus jugadores.

¿Por qué crees en eso?

Pensá en cinco amigos que tengás, o en cinco familiares con los que tengás más cercanía, y fíjate de qué signo son. Y fíjate si no se relacionan con tu signo. Es llamativo. Yo soy Aries, y mis mejores amigos son Tauro.

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¿No es prejuicioso eso?

No, yo miro las relaciones, cómo se vincula. Yo dirijo a un equipo, entonces todo lo que busco y hago es en pro de beneficiar al equipo. Y yo sé que los signos se relacionan.

¿Mejores amigos de Tauro dijiste? El ‘Cholo’ Simeone es Tauro…

Somos amigos también.

¿Y por qué quedó la sensación de algo no resuelto?

Somos amigos. Esa respuesta marca todo.

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LA NACIÓN (ARGENTINA) – GDA